sábado, 1 de octubre de 2011

De Utrera a Cádiz, de lo hiriente a lo festero

Mariana Cornejo, con Pascual de Lorca, a la guitarra.


XXXV 'Festival Flamenco de Cante Grande El Jabegote-Juan de La Loma' Fuengirola (Málaga). 1/10/2011


El Festival Flamenco de Cante Grande ‘El Jabegote – Juan de La Loma’ de Fuengirola ha recuperado este año su formato tradicional, tras la pasada edición, que estuvo marcada por la austeridad, lo que propició que los cantaores locales se volcaran con dicha cita flamenca y actuaran de forma desinteresada para que no dejara de celebrarse. En esta ocasión, la colaboración entre la Peña Flamenca Unión del Cante y el Ayuntamiento fuengiroleño ha permitido que dos jóvenes valores locales (Mariló Galdeano e Ismael Tamayo), el grupo de baile flamenco Azabache y dos figuras de este arte, Rafael de Utrera y Mariana Cornejo, compusieran un estupendo cartel, con Salvador de la Peña como maestro de ceremonias.

Abrió el recital Mariló Galdeano por malagueñas, que remató con el clásico abandolao. Prosiguió por soleá, con una brillante introducción de guitarra de Paco Aragón. Galdeano es un joven valor local con un futuro prometedor, profunda pese a su corta edad. No se olvide que fue alumna de la gran cantaora malagueña Virginia Gámez. Por granaínas, uno de sus cantes bandera, melodía y buen gusto. Se despidió por bulerías y cerró su actuación con el emocionado Adiós, Málaga, incluido en el disco (‘Pablo de Málaga’) que Morente le dedicó a Picasso. Aragón, que desplegó el toque sobrio que le caracteriza, exhibió el soniquete flamenquísimo de la bulería, en el que se aprecia su querencia por Jerez.

Ismael Tamayo, el otro joven y prometedor valor local, principió por malagueñas de La Peñaranda, que remató con el preceptivo abandolao. Se le notaba un tanto atenazado por la responsabilidad de debutar en el festival, amén de que se trata de un cantaor que gana en las distancias cortas. Rescató una soleá de El Chino, recreada con su peculiar voz. Elegante y pulcro en el toque, José Antonio Rojas, supo darle su sitio a Tamayo, que le imprime su personalidad a todo lo que hace. Hay que recordar que también lidera Maktub, grupo que fusiona el pop-rock con el flamenco, el jazz y otras músicas. Brilló por tientos-tangos, especialmente, al interpretar los tangos de Morente, al que, a veces, recuerda su voz, aunque no lo pretenda. Continuó por fandangos, entre ellos del Gloria, y dijo adiós por bulerías.

También hubo lugar para el baile del grupo Azabache, que ofreció un compendio de sus espectáculos. Contó con los estupendos Marga de Jerez, al cante, y El Yunque, al toque, habituales en sus montajes. La seguiriya, que sonó primigenia en la voz de la jerezana, encontró la réplica en el baile de Juan Antonio Pérez y otro bailaor. Prosiguieron por alegrías, a las que tanto la cantaora como las tres bailaoras supieron imprimirle el compás y la gracia propios de este palo. En la despedida, guajiras, con las bailaoras ataviadas con vestidos al más puro estilo cubano, en consonancia con dicho palo.

Rafael de Utrera, que venía de alzarse con el primer premio por seguiriyas en el Festival del Cante de Las Minas de La Unión, abrió su actuación por soleá apolá. Tiene un poso de cantaor antiguo, pese a no haber cumplido aún los cuarenta. Lo acompañaba a la guitarra, con su habitual elegancia y sapiencia, Carlos Haro, moderno y clásico a un tiempo. El utrerano arrostró las malagueñas con humildad, pese (o precisamente por eso) a su grandeza y las remató con el abandolao. Por seguiriyas, que comenzó a palo seco, la emoción a flor de piel. Emocionado y emocionante, hiriente, telúrico; esencia y pureza. Paco de Lucía y Vicente Amigo, a quienes ha acompañado en sus respectivas giras, no podían estar equivocados. Se despidió por bulerías.

Cerró el festival Mariana Cornejo, también conocida como Mariana de Cádiz, la dama del cante gaditano. Comenzó con chuflillas de Cádiz rematadas por jotas. Arte, compás y salero. Pascual de Lorca, de origen murciano pero jerezano de adopción y Bordón Minero en el 83, le acompañó con solvencia a la guitarra. Brilló la gaditana en las alegrías y ofreció su habitual popurrí compuesto por garrotín, tangos del Piyayo y farruca, que solía interpretar Chano Lobato, al que le rindió así su particular homenaje. Se pone seria para interpretar, con profundidad y sentimiento, la soleá. La guitarra de Pascual de Lorca, al servicio del cante. Acto seguido, como en ella es habitual, enhiesta, cantó y bailó por bulerías, con La Perla de Cádiz como referente. Arte y compás a raudales. Se despidió con el bolero Si tú me dices ven.