viernes, 29 de junio de 2012

Pellizco Flamenco ya tiene dominio propio




Estimados lectores:

Pellizco Flamenco ya tiene dominio propio (www.pellizcoflamenco.es). A partir de ahora, las nuevas entradas (reseñas, entrevistas, etc.) podréis leerlas en dicha dirección de Internet. Poco a poco, esta humilde Revista Digital del Cante Jondo va creciendo. Gracias por vuestro interés.


viernes, 1 de junio de 2012

Jesús Méndez brindó una noche memorable


 
Cante: Jesús Méndez. Guitarra: Miguel Salado. Palmas: Manuel 'El Joyero', Paco Aragón y Camaquito. Lugar: Peña Flamenca Unión del Cante de Fuengirola-Mijas. Fecha: Viernes, 1 de junio. Aforo: Lleno.
 
 
Jesús Méndez ofreció un extraordinario espectáculo, perfectamente secundado por Miguel Salado a la guitarra, en la peña flamenca Unión del Cante de Fuengirola-Mijas. Y todo sin salirse de los cánones. Fue un recital ortodoxo, con un respeto máximo a la tradición. Méndez aporta, eso sí, su personalidad cantaora para renovar esa tradición y presentarla como algo recién parido, pese a su corta edad (veintiocho primaveras).
 
Miguel Poveda, número uno del escalafón flamenco actual, se confiesa admirador suyo y el crítico Juan Vergillos lo destacó, en el último Festival de Jerez, "por empuje, facultades y técnica" como "la estrella emergente que se consolida". Algo tendrá el agua cuando la bendicen, añado yo.
 
Hay que destacar el buen gusto y la elegancia con la que arrostra los cantes, como la soleá por bulerías, con la que abrió su actuación. Prosiguió por alegrías, con la guitarra salinera de Salado, que hizo una exibición a lo largo del recital del archiconocido y reverenciado soniquete de Jerez.
 
En el taranto, predominó la sentimentalidad propia de los cantes de Levante. El guitarrista brindó bellas falsetas, en tanto que el cantaor se volcó, pellizcando en el remate. Manifestó Méndez su alegría al ver a un buen puñado de público joven entre la concurrencia, instantes antes de cantar, con maestría y pellizcando, por soleá ("Nos metemos en profundidades", advirtió). Volvía el soniquete característico de esa tierra que, no en vano, fue una de las cunas de este arte. Profundidad y sentimiento a flor de piel.
 
Se mostró descomunal en los fandangos, con un guiño a su tía, esa extraordinaria cantaora que atendía por La Paquera de Jerez, en el 'Ali, ali anda' inicial. Por seguiriyas, pureza. Méndez es un cantaor humilde y sapiente, de los que engrandecen este arte. Soberbio Salado, inmenso Méndez en el macho.
 
En la despedida, por bulerías (de nuevo la herencia cantaora afloró en todo su esplendor), se sumaron como palmeros tres jóvenes valores locales: el cantaor Manuel 'El Joyero' y los guitarristas Paco Aragón y Camaquito. Entre otras letras, La Salvaora, de Caracol. Fue la guinda para una noche memorable, de las que hacen afición. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Esperanza Fernández, un valor seguro

La trianera, en los fandangos por soleá.

Ciclo 'Flamenco viene del sur'. Cante: Esperanza Fernández. Guitarra: Miguel Ángel Cortés. Percusión y palmas: Jorge Pérez y José Manuel Fernández. Lugar: Teatro Cánovas de Málaga. Fecha: Miércoles, 23 de mayo. Aforo: Casi lleno.


Esperanza Fernández fue la encargada de cerrar el ciclo 'Flamenco viene del sur', en el malagueño teatro Cánovas, con un recital ortodoxo, bajo el epígrafe 'Raíces del alma', donde reivindica la tradición y pone de manifiesto que es una de las grandes cantaoras del panorama actual, un valor seguro.

Abrió con fandangos por soleá, una delicia en su voz, prodigio de afinación, buen gusto y sentimiento, acompañada únicamente por la persución de Jorge Pérez y José Manuel Fernández. Belleza y pellizco. Por peteneras, se incorpora Miguel Ángel Cortés, que estuvo brillante como siempre y que brindó una bella falseta. Pese al mal fario que se le atribuye a este palo, máxime cuando el cantaor es gitano, la trianera lo arrostró con tremenda solvencia. Y es que, supersticiones aparte, hay que tener grandes facultades vocales, mucha sapiencia y echar el resto para salir airoso del trance. Y ella lo hizo con maestría, dibujando matices con su voz. "Es un cante precioso, me gusta mucho. Lo cantaba Pastora (Pavón, 'Niña de los Peines', también gitana, como ella)", arguyó.

Acto seguido, ofrece, enhiesta, otro cante igualmente en desuso, la mariana. Elegante y soberbio, Cortés lo toca en tono de taranta; se une la percusión para remozar este cante añejo, que suena, de este modo, más moderno. Inmenso, nuevamente, el guitarrista granadino en la introducción de las malagueñas de Manuel Torre, en las que Fernández ofreció una salida con suma delicadeza, meciendo el cante, con pellizco. Estuvo colosal en la jabera, jabegote y fandango de Frasquito Yerbabuena, acelerando, en un momento dado, el ritmo de forma vertiginosa hasta el punto de asemejarse a una panda de verdiales, con lo que se ganó el aplauso del respetable.

Levantó un monumento a la seguiriya, con afinación específica por parte de Cortés y oles para ella, que le dio una profundidad abisal. ¡No se puede cantar más gitano! Momento cumbre. Cortés le permite un respiro a la trianera, que aprovecha para cambiarse de atuendo, y ofrece granaínas y bulerías de su disco 'Bordón de trapo', dando rienda suelta al enorme guitarrista que lleva dentro.

Vuelve ella por cantiñas de Pinini (herencia utrero-lebrijana) con bata de cola, con la que se marca una pataíta. ¡No se puede ser más flamenca! Demuestra su poderío y sapiencia en cada palo, al tiempo que se pone de manifiesto la complicidad con el guitarrista granadino.

En la caña, que Cortés introdujo por soleá por bulerías, ofreció otro momento deslumbrante. Por tangos, quiso homenajear a la Niña de los Peines y a La Repompa, amén de cantar también los tangos de Granada. Intimismo y fiesta a un tiempo en los cantes de la genial gitana malagueña. Mientras, Cortés cosechaba aplausos con sus picados. 

En la despedida, brilló por bulerías (con alguna letra de Lole y Manuel), con mención especial para Jorge Pérez y José Manuel Fernández, en la percusión y las palmas. Vuelve a cambiarse de vestido en un santiamén y, por momentos, es una palmera más, antes de darse otra pataíta con mucho ángel. Apoteósica, como Cortés; ambos sobrados de compás.



martes, 8 de mayo de 2012

Solera de Jerez y enjundia de Málaga

Nano de Jerez, con Eduardo Rebollar.

Ciclo 'Flamenco viene del sur'. Cante: Virginia Gámez y Nano de Jerez. Guitarras: Curro de María y Eduardo Rebollar. Lugar: Teatro Cánovas de Málaga. Fecha: Miércoles, 2 de mayo. Aforo: Casi lleno.

El ciclo 'Flamenco viene del sur' nos deparó, en esta ocasión, un mano a mano entre dos cantaores muy diferentes, pero complementarios: Virginia Gámez, cantaora malagueña que dota a todo lo que canta de mucha enjundia, y Nano de Jerez, que es al flamenco lo que la solera al vino fino de su tierra.

Abrió Gámez por malagueñas, con la guitarra cristalina de Curro de María. Canta despacito, modulando la voz con maestría (no se olvide que es profesora de cante en la Fundación Cristina Heeren de Sevilla y en la Federación Provincial de Peñas Flamencas de Málaga) y sacando a relucir su poderío cuando la ocasión lo requiere; verbigracia, en los abandolaos.
Cantó con sumo gusto y solvencia por bamberas, pellizcando y meciendo la voz con la cadencia característica de este palo, que acuñara La Niña de los Peines. Por cantiñas, también comenzó (como suele hacer Arcángel en sus recitales) muy despacio para, enseguida, acelerar el ritmo para derrochar arte, salero y compás. Dosifica con sapiencia los tonos altos pese a sus tremendas facultades vocales.
 
En la soleá, volvió a pellizcar y a demostrar su maestría, dotando a este cante de mucha enjundia. Pero, fue por bulerías cuando terminó de meterse al público en el bolsillo. Con el toque moderno de De María, la malagueña interpretó con mucho gusto, entre otros, la copla Te lo juro yo o el clásico de Bambino Corazón loco, enhiesta y racial. Emoción a raudales.

Entre los presentes, se hallaban algunos artistas malagueños (la bailaora La Lupi, pareja de Curro de María, las cantaoras Antonia Contreras y Diana Navarro y el cantaor El Tiriri), a quienes dedicó unos fandangos muy sentidos (le imprime una gran sentimentalidad a lo que canta con los tonos bajos), en la despedida.

Por su parte, Nano de Jerez, clásico con mucha solera, que estuvo acompañado a la guitarra por otro clásico de la vieja escuela, Eduardo Rebollar, principió por tangos sobrado de compás. Le dedicó las bulerías por soleá a su tío Tiriri, con quien trabajó muchos años en la Feria de Sevilla. "Pasábamos más tiempo allí que los farolillos", bromeó. Con frases como "Viva Málaga, la bella" o "Viva el Cautivo" conectó con el respetable sin apenas haber hecho nada aún. Es un maestro de la bulería, aunque sea, en este caso, más reposada, al ser el compás de soleá. El poso que ha dejado el tiempo en él es como el color teja de un vinto tinto gran reserva. 

Pese a su voz ronca, ¡qué bien dice el cante y con qué sapiencia! En los fandangos, que brindó a las mujeres, pese a contener algunas letras políticamente incorrectas, forzó más de lo debido la voz, que le acabó fallando. En la soleá, suplió la merma de facultades con oficio y dijo adiós por bulerías, pataíta final incluida, con mucho ángel. Puro Jerez.



viernes, 20 de abril de 2012

Baile a dúo entre el humor y la muerte

Foto: J. L. Gutiérrez - Museo Picasso Málaga


III Ciclo 'Flamenco en el Picasso'. Idea original y coreografía: Fernando Romero. Baile: Fernando Romero y José Manuel Buzón. Lugar: Auditorio del Museo Picasso Málaga. Fecha: Viernes, 20 de abril. Aforo: Casi lleno.


Fernando Romero atesora destacados galardones en el terreno del flamenco, como el Vicente Escudero y el Paco Laberinto del Concurso Nacional de Córdoba, y de la danza en general, como el prestigioso Premio Benois, el Óscar de esta disciplina; de hecho, es el primer bailaor en la historia del flamenco al que se le concede.

Con estas credenciales, había expectación por ver el espectáculo que Romero había pergeñado bajo el epígrafe 'Desplumado', que se presentaba, atinadamente, como "tragicomedia musical, bailada, cantada y hablada", en la clausura del III Ciclo de Flamenco en el Museo Picasso de Málaga, que, en esta edición, ha versado sobre el humor y el juego. La crítica e historiadora de danza, Marta Carrasco, disertó previamente sobre el tema de la muerte en las letras flamencas, en las que no siempre se usa como sinónimo de fatalidad, sino también con ironía y sentido del humor.

Dos bailaores flamencos (Romero y José Manuel Buzón) representan una obra teatral con la danza como elemento central, que, en ocasiones, es puramente flamenca, si bien, cuando bailan otras músicas, deriva hacia la contemporánea. Debe entenderse como una necesidad expresiva del artista y, al tiempo, de abrirse a nuevos públicos, con gustos más eclécticos. 

Arranca el montaje con Buzón en la piel de un bailaor frustrado, preso de su angustia existencial, que ofrece un monólogo autobiográfico salpicado de humor, que le conduce inexorablemente al suicidio. Pero, hete aquí, que se le presenta la muerte (encarnada por Romero), con la que entabla un diálogo, en sentido literal, primero, y con el baile, después. La música enlatada no le resta un ápice de originalidad y autenticidad a la propuesta, que incluye textos de Woody Allen, Roberto Juarroz y Manuela Nogales, así como música de Jesús Torres, Tom Waits, Vangelis Boudounis, Stravinsky, Béla Bartok y el Mississippi Singer Quartet.

A medida que avanza la obra, entre intentos infructuosos de suicidio del protagonista y algún intento de asesinato por parte de la muerte, ambos se intercambian los papeles a la hora de cantar, bailar y monologar. Buzón se revela como un estupendo bailaor y bailarín, si bien Romero, cuando baila, pontifica; pleno de talento, transmite una tremenda seguridad.

La muerte, vestida de negro riguroso, reflexiona, en uno de sus monólogos, sobre el ser humano y su paso por este mundo, palabras que estremecen al respetable, que encuentra en el protagonista el contrapunto humorístico. Cuando éste despierta, entre delirios de grandeza, de su enésimo intento de suicidio, el personaje encarnado por Buzón tiene un momento de lucidez: "Si a mí lo que me gusta es bailar y que me canten despacito". Baila con mucho ángel unas bulerías grabadas con palmas y sin guitarra. Se despiden entre los calurosos aplausos de la concurrencia, que supo digerir este baile a dúo entre el humor y la muerte.

 

miércoles, 11 de abril de 2012

Una voz joven con ecos añejos


Cante: Rosario 'La Tremendita'. Guitarra: Salvador Gutiérrez. Ciclo: 'Flamenco Viene del Sur'. Lugar: Teatro Cánovas de Málaga. Fecha: Miércoles, 11 de abril. Aforo: Media entrada.


Hay cantaores actuales, como subrayaba recientemente Miguel Poveda, que pretenden ser tan rancios como los de antaño. No es el caso de Rosario 'La Tremendita', pues en ella los ecos añejos no son impostados, sino algo que brota de forma natural, como pudimos comprobar en su recital en el Teatro Cánovas de Málaga.

Abrió por malagueñas (cuando tenía previsto hacerlo por granaínas), en un claro guiño a la afición local, pues, según aseguró, le gusta mucho Málaga, "donde tengo muchos amigos y familia". Curiosamente, no las remató con el clásico abandolao. Salvador Gutiérrez, que le acompañaba a la guitarra, ofreció una brillante falseta.

Prosiguió con 'Aires de Triana', polo incluido en su primer disco ('A tiempo') -está a punto de ver la luz su segundo álbum- con mucho sabor y ecos añejos. En la milonga, homenajeó a Marchena. Es un cante que, al igual que la guajira, que también interpretó, se ajusta como un guante a su voz y a su querencia por la melodía. Gutiérrez, sutil, contenido, supo darle su sitio a la cantaora. Como curiosidad, llevaba una guitarra de reserva, algo poco habitual en otros colegas.

Por soleá (no se olvide que procede de Triana, cuna de este palo), se dejó el alma en cada tercio. Se nota que es uno de sus cantes bandera. Fueron una delicia las bulerías dedicadas a su bisabuela ('Enriqueta la Pescaera'), para las que contó, en el disco, con el compás del zapateado de la bailaora Rocío Molina; en esta ocasión, lo marca el guitarrista con los nudillos en la sonanta. ¡Cuánto arte, compás y transmisión!

Por seguiriyas, se mostró doliente y con la carga de profundidad requerida. Sin tener una voz poderosa, arrostró la cabal sin ambages. Confiesa, en un momento dado, que está melancólica y que, por tal motivo, ha cantado por soleá y seguiriyas, con lo que sigue alterando el programa previsto. Pareció mejorar su estado anímico, pues también hubo lugar para cantes festeros, en el último tramo del recital: alegrías, en las que pellizcó con compás; tangos del Chaqueta, en que se mostró respetuosa con la tradición, si bien aporta su peculiar estilo y personalidad; y, en el adiós, bulerías, nuevamente. En agradecimiento a los calurosos aplausos recibidos, ofreció, enhiesta, una vieja copla, bella y emotiva, que le cantaba su abuela. 

sábado, 24 de marzo de 2012

Poveda apabulla en el estreno de 'ArteSano'

Poveda, con José Quevedo 'Bolita', a la guitarra.


Cante: Miguel Poveda. Guitarra: Manuel Parrilla, José Quevedo 'Bolita' y Jesús Guerrero. Compás: Luis Cantarote, Carlos Grilo y El Londro. Percusión: Perico Navarro y Antonio Coronel. Baile: La Lupi. Lugar: Auditórium Club de Málaga. Fecha: Sábado, 24 de marzo. Aforo: Lleno.



Miguel Poveda se ha ganado a pulso el primer puesto del escalafón flamenco y, como hiciera en su día José Mercé, logró llevar su arte a las masas con su anterior disco, ‘Coplas del querer’, con el que alcanzó el disco de platino. Pero, él, no se olvide, es ante todo flamenco, y así lo demostró en el Auditórium Club de Málaga, en la presentación de su nuevo álbum, ‘ArteSano’, que, curiosamente, verá la luz tres días después, el 27 de marzo.

Siempre he mantenido que los grandes de la música en general, y del flamenco en particular, se suelen rodear de los mejores. Y Poveda no es una excepción. Acudió a la cita con tres palmeros (entre ellos, el cantaor El Londro), tres guitarristas (que se alternaban en el escenario) y dos percusionistas. Hizo un recorrido por los cantes recogidos en 'ArteSano': tientos de Pastora, muy sentidos; fandangos por soleá, una exquisitez en la que pellizcó, con los palmeros marcando el compás con los nudillos, a la antigua usanza; soleá apolá, con hondura y letra propia; malagueñas de La Peñaranda, con una salida muy sentida y aplaudida, que remató con un fandango de Lucena...

En las alegrías, con imágenes marinas de fondo, se incorpora La Lupi, bailaora local, maestra de Rocío Molina, que maneja con maestría la bata de cola. Conforman una de las instantáneas de la noche. Derroche de arte, que continuó con el ritmo bailable, festero y contagioso de Qué disparate, bulerías de Cádiz que constituyen el primer single de su nuevo disco, en el que colabora su maestro Rancapino.

Así seguirá alternando momentos luminosos con otros sombríos, como la minera que le dedica a Pencho Cros, también con letra propia. La versión de La ruiseñora (por bulerías), de Rafael de León, es tan flamenca que resulta difícil no emocionarse. Poveda se toma un mínimo descanso para que La Lupi baile con castañuelas unos verdiales incluidos en su espectáculo 'Yo, conmigo misma', rodeada de palmeros y violín. Vuelve, con Parrilla a la guitarra, por seguiriyas a luz de las velas dibujadas en el escenario. Es capaz de emocionar a los presentes (se muestra portentoso al rematar la cabal) pese al ruido generado por el trasiego de personas que, al fondo, van y vienen a la barra y a los servicios.

En los tangos del Titi, con la imagen del puente de Triana de fondo, La Lupi vuelve por sus fueros, rotunda, genuina, elegante, con pataíta de él incluida. Ofrece, acto seguido, unas sevillanas tremendamente flamencas, con letra de Isidro Muñoz, en la que La Lupi exhibe destellos de su arte. También las alegrías (Serafino), que ha grabado en el disco con Paco de Lucía, las firma Muñoz. Las define como “muy sanluqueñas” y las interpreta con la frescura de lo nuevo, junto a Manuel Parrilla y Jesús Guerrero, que también son extraordinarios guitarristas. Con las bulerías de Jerez, se alcanza el momento cumbre, pataíta final incluida. Emoción y compás a raudales.

De la fiesta a la quietud de la nana, con el braceo de La Lupi desde una silla a la que vuelve al final de la pieza. Una delicia. Se permite la licencia de felicitar cantando a una fan y se marca otra pataíta, que precede a unos cuplés por bulerías en los que La Lupi ofrece otra pincelada de su arte. En un momento dado, cede el testigo del cante a El Londro para darle la réplica a la bailaora malagueña.

Por último, propone un trato al respetable, consistente en “cantar hasta que desfallezca”, a cambio de no atender sus requerimientos tras el concierto. Hay que recordar que es su primera actuación tras el reciente fallecimiento de su padre. Así y todo, completó las dos horas de recital con Esos cuatro capotes, A ciegas (con el público, que abarrotaba el recinto, totalmente entregado) y Alfileres de colores, con un guiño a Málaga, como guinda. Por ello, no exagero si digo que apabulló.