lunes, 8 de noviembre de 2010

Entrevista a Virginia Gámez



 Como muestra de la ‘Málaga cantaora’ de Manuel Machado, un botón, Virginia Gámez Gil (Málaga, 1978), cantaora de voz portentosa y precoz en la consecución de metas, no en vano alcanzó la final del prestigioso Concurso de Cante de Las Minas, en La Unión (Murcia) , con sólo trece primaveras. Siete años más tarde, se reivindicó en un recital de casi cuatro horas en el que interpretó 35 palos del flamenco. Canal Sur TV, en homenaje, le dedicó un programa de ‘Senderos de gloria’. Compagina sus actuaciones con su labor como profesora y directora del taller de cante de la Federación Malagueña de Peñas Flamencas. También ejerce su magisterio en la Fundación Cristina Heeren. Naranjito de Triana fue uno de sus maestros. Hay un rasgo de tu biografía que destaca sobremanera, tu precocidad. Fuiste finalista del Concurso de Cante de Las Minas, el más prestigioso del flamenco, en La Unión, con tan solo trece años. 

¿Cómo viviste algo así, tan grande, a tan corta edad?
Tú lo has dicho, algo muy grande. Me impresionó muchísimo estar en la final del Cante de Las Minas a tan corta edad, rodeada de tan buenos artistas y en un lugar tan emblemático y con tanta enjundia y solera como es el mercado de La Unión, una experiencia inolvidable.

Suele citarse al flamencólogo José Baena como tu primer maestro. ¿Qué aprendiste de él?
De Baena, lo aprendí todo. Lo conocí con doce años y ha sido la persona que me ha enseñado a amar y respetar el cante; personas como él no las ha habido ni las habrá, un señor de los pies a la cabeza. Le estaré agradecida toda mi vida, a él y a su familia, por lo que han hecho conmigo.


Con veinte años, ofreció un recital de casi cuatro horas: “Era una forma de gritar al mundo mi afición”


En junio del 99, con veinte años y tras ganar innumerables premios, interpretas 35 palos del flamenco en el malagueño teatro Alameda, en un recital de casi cuatro horas de duración. ¿Cómo surgió aquello?
La idea surgió de mi maestro, Pepe Baena. Nos lo propuso a mí y a mi padre y nos pusimos manos a la obra. Era como una forma de gritar al mundo mi afición, mis ganas y mi amor al flamenco, un reto en toda regla, una locura… Pero, gracias a Dios, salió todo muy bien. Fueron cuatro horas menos diez minutos de espectáculo, donde tenía a todo el mundo con el alma en vilo, porque la responsabilidad era enorme, pero salió todo a la perfección y eso me abrió muchas puertas, y mi nombre, poco a poco, fue sonando.

A lo largo de tu trayectoria, has participado en numerosos festivales, en los que has compartido cartel, entre otros, con: José Mercé, Calixto Sánchez, José Menese, José de la Tomasa, Fosforito, Carmen Linares, Niña de la Puebla, Juanito Valderrama, Chano Lobato… ¿Alguno de ellos te impresionó especialmente al conocerlo en persona? ¿Podrías compartir con nosotros alguna anécdota?
Me impresionó conocerlos a todos. Me quedaba embelesada mirándolos y no me atrevía ni a acercarme del respeto que me causaban y me siguen causando. Ten en cuenta que yo iba con mi padre de la mano, cuando era pequeña, a escucharlos a los festivales que se hacían en la provincia de Málaga; y de admirarlos tanto desde el público a sentirlos cerca, el cuerpo me temblaba. Todos se portaban maravillosamente conmigo y me daban muchos ánimos. De todos tengo algo que contar, pero recuerdo con especial cariño cuando Chano Lobato me dijo: “Sobrina”. Fui a mi padre a contárselo corriendo con una gran ilusión.

También has actuado en el extranjero: en Tánger, Suiza, Bruselas, Innsbruck (Austria), donde representaste a España en el Festival Internacional de Voces en el 99; en el Instituto Cervantes de Manchester; en Tel Aviv, con la compañía de Rafael Campallo; y en Cuba, en la primera misa flamenca que se celebró en la catedral de La Habana. ¿Cómo sienten el flamenco en esas latitudes? Me imagino que la misa flamenca en tierras cubanas debió de ser para ti una experiencia única.

El flamenco en el extranjero, aunque no lo parezca, se siente muchísimo. La gente es encantadora y muy respetuosa. Yo, gracias a Dios, las veces que he salido fuera me he sentido muy arropada y querida. El flamenco es universal, gusta en todos lados. Y la misa en La Catedral de la Habana, algo impresionante. La verdad es que me siento una persona afortunada; he tenido unas experiencias inolvidables gracias al flamenco.

¿Cómo fue tu experiencia en la prestigiosa Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco, primero como alumna y luego como profesora?

Guardo muy buenos recuerdos, es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida. Aprendí tanto en el terreno personal como en el profesional, y conocí a dos de los artistas más admirados por mí: José de la Tomasa y Naranjito de Triana. Cuando entré en sus clases, no me lo podía creer. No podía ni abrir la boca de los nervios que sentía. Tuve la suerte también de estar al lado de artistas tan grandes como Manolo Soler, Milagros Mengíbar, Paco Taranto, etc. Primero, estuve un año de becaria y, al segundo, pasé a ser profesora de apoyo y, después, profesora. Le debo muchísimo también a la Fundación por darme el privilegio y la oportunidad de estar allí. Si Dios quiere, para enero, vuelvo a dar un curso de tres meses.

La cantaora onubense Rocío Márquez, lámpara minera en 2008, se formó en dicha Fundación, donde asegura que aprendió muchísimo de maestros como José de la Tomasa y Paco Taranto, pero también de gente joven como tú, Sonia Miranda, Vicente Gelo y Javi Rivera. “Tenemos la idea de que hay que aprender de personas mayores, pero, a mí, estas personas me han enseñado muchísimo y sólo tenían unos pocos años más que yo. Les estoy muy agradecida”. ¿Qué piensas cuando alguien como ella dice esas cosas de ti?

Uf, es algo inexplicable. ¡Qué linda es! Recuerdo perfectamente esa entrevista que le hicieron a Rocío. De hecho, la llamé para agradecerle su deferencia hacia mí. Es muy grato poder aportarle algo a alguien; y si, al cabo de los años, esa persona lo recuerda y te lo agradece, es una de las cosas más bellas que puede hacer el ser humano. Cosas como estás hacen grandes a las personas y al flamenco.

Has participado tanto en la Bienal de Sevilla (en la compañía de Rafael Campallo) como en Málaga en Flamenco (Bienal de Málaga), en un espectáculo dirigido por Calixto Sánchez. ¿Cuál es tu opinión sobre ambas bienales?

Siempre en positivo, es un escaparate indiscutible para poder expresar nuestras ideas, formas y sentimientos. Ambos acontecimientos no deberían perderse nunca. Dios quiera que sigamos teniendo el mismo apoyo de las instituciones durante muchísimos años.

Actualmente, compaginas tus actuaciones con tu labor como profesora y directora del taller de cante en la Federación Malagueña de Peñas Flamencas. ¿Cómo ves a las nuevas generaciones de cantaores?

Hay una nueva oleada de cantaores y cantaoras en Málaga que va a dar que hablar. Se está creando muy buena afición, no sólo a nivel de cante, sino a nivel de baile. Susana Lupiáñez, ‘La Lupi’, está formando a bailaores y bailaoras que, el día de mañana, van a ser un referente en el baile, igual que lo es ella. Estamos muy contentos con la labor que estamos haciendo, y todo ello gracias siempre a la Diputación Provincial, que nos presta año tras año su apoyo, y gracias también a la lucha incansable de la Federación Malagueña de Peñas Flamencas.

En tu repertorio en directo sueles incluir una preciosa versión de ‘Mediterráneo’, de Serrat, por bulerías. ¿Cómo se te ocurrió adaptar ese clásico al flamenco?

Gracias a mi padre, que siempre ha sido un enamorado de Serrat y me lo ha inculcado a mí. Nos gustaba a los dos ese tema y lo versionamos por bulerías. A mí me encanta cantarlo y es un tema muy especial para mí.


“Naranjito de Triana ha sido y es un referente en mi vida, un ser excepcional y un artista inigualable”


Uno de tus palos bandera es la petenera, denostada por algunos, al atribuirle mal fario, pese a su gran belleza. ¿No será, como piensan otros, que se interpreta poco por su gran dificultad?
Has dado en el clavo, yo pienso lo mismo. La petenera no trae mala suerte ni mucho menos; la suerte de cada uno está echada y la petenera no tiene nada que ver ahí. Ese bulo de la mala suerte, en mi opinión, se creó para, así, no cantarla, por la gran dificultad que entraña el cante, uno de los más bellos que se haya podido crear.

Recientemente, estuviste en el programa ‘Mira la vida’, de Canal Sur TV, defendiendo la candidatura del flamenco para que sea inscrito en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Hace cinco años, hubo un primer intento fallido. ¿Crees que se logrará en esta ocasión?
Creo, espero y deseo. Beneficiaría mucho a nuestro arte y supondría, por parte de la Junta de Andalucía, que es la institución que propone la candidatura, la obligación, aún más si cabe, de salvaguardar y proteger nuestro arte.

Acabas de volver de una minigira por Valladolid, Salamanca y Zamora. Te acompañaban el guitarrista Rubén Levaniegos y el crítico Manuel Bohórquez, quien asegura haberte descubierto en este viaje y que lograste emocionarlo con “unas granaínas bellísimas y unas soleares trianeras que me devolvieron por un instante a mi entrañable amigo Naranjito de Triana, cantaor al que Virginia venera y recuerda con su voz”. Bonito elogio, ¿no te parece? ¿Qué recuerdos tienes de Naranjito, al que tuviste como profesor?
Un elogio bello, sí señor. Me ha encantado conocer más detenidamente a Manuel Bohórquez; hemos compartido muy buenas charlas de cante y de risas. Me encanta escucharlo; se aprende muchísimo con él y eso me fascina. Es una bellísima persona y le estaré siempre agradecida. Y de Naranjito, ¿qué te puedo decir? Ha sido y es un referente en mi vida, un ser excepcional y un artista inigualable, amigo de sus amigos, respetuoso al máximo y con una sabiduría e inteligencia extremas. Tuve la suerte de hablar mucho con él y era un ser entrañable. Le debo parte de mi afición y de mi amor al flamenco.

¿Cuáles son tus proyectos de futuro?
Cantar, cantar y cantar, y a ver si hay suerte y este año puedo grabar mi disco, que tantas ganas tengo.

Fuente: www.revistalaflamenca.com

jueves, 14 de octubre de 2010

Entrevista a Manuel Santiago Maya ‘Manolete’


Empezó a bailar con siete años en las cuevas granadinas del Sacromonte. Luego, cuanto contaba quince primaveras, siguió los pasos de su hermano, el malogrado guitarrista Juan Maya ‘Marote’, y se trasladó a Madrid, donde coincidió con artistas de la talla de Pilar López, Antonio Gades, Mario Maya o El Güito.Más tarde, vendrían las giras internacionales, que le llevarían incluso a Japón. Posteriormente, formó su propia compañía, con la que montó exitosos espectáculos que le granjearon el Premio Nacional de Danza, en 2002, entre otros reconocimientos a su trayectoria. Su farruca y sus alegrías causan admiración. Les hablamos de Manuel Santiago Maya (Granada, 1945), Manolete para el arte. El flamencólogo y crítico Juan Vergillos define su arte como “absolutamente personal, intransferible. De marchamo clásico, viril, vertical, sobrio, seguro y con dominio del espacio escénico”. Y añade: “Pausado y seguro, técnico y variado, así es el baile de Manolete”.

Sus inicios en el baile flamenco fueron con sólo siete años en las cuevas del Sacromonte granadino. ¿Qué recuerdos guarda de aquello?
Tengo muchos recuerdos de mi niñez: trabajar con mi madre y mi hermano, mis primeros pasos.

El flamenco granadino y, en particular el baile, no se podría entender sin las cuevas del Sacromonte. ¿Qué han supuesto para usted dichas cuevas?
Como ya te he dicho antes, fue mi aprendizaje. Y se dice que los bailaores granaínos tenemos mucha fuerza en los pies porque hemos bailado en el suelo y no en tarima.

En ese legendario lugar, frente a la Alhambra, tiene su escuela de baile, La Chumbera, ¿qué distingue a ésta de las demás escuelas de baile flamenco?
Es única en el mundo. Te voy a decir por qué: consta de tres mil metros y tiene un auditorio con una cristalera con la Alhambra de marco y un humilde maestro de maestros y del mundo.

Volviendo a su trayectoria profesional, con quince años, siguiendo los pasos de su hermano Juan Maya ‘Marote’, se traslada a Madrid, donde coincide con artistas de la talla de Pilar López, Antonio Gades, Mario Maya o El Güito. ¿Qué le aportaron estos grandes de la danza?
En primer lugar, tengo que agradecerle a mi hermano Juan que me llevara a Madrid y me obligara a estudiar. Después, estuve en el Ballet Nacional de España, bajo la dirección del maestro Antonio Gades, quien me dijo: “Tú vas a bailar mi farruca”. Y así fue. Empecé a amar el teatro, que es el sitio donde me gusta bailar.

“Los flamencólogos, críticos y artistas consideran mi farruca y mis alegrías joyas de la danza flamenca”


Después, vendrían las giras en compañías de figuras como Manuela Vargas, María Albaicín o La Chunga, llegando a actuar incluso en Japón. ¿Es cierto que hay tanta afición al flamenco en este país como se comenta? ¿Ha podido constatarlo usted cuando ha actuado en aquellas latitudes?
Muchísima. Eso te lo puedo asegurar. He estado veintiséis veces en Japón. Les gusta mucho el flamenco, lo respetan y lo entienden.

En los 90 forma su propia compañía y presenta espectáculos como ‘Flamenco soy’, ‘El amor brujo’ y ‘Latido flamenco’. ¿Qué supuso esto para usted como artista?
‘Flamenco soy’ fue considerado el mejor espectáculo de flamenco de 2000. Mis coreografías, como ‘Latido flamenco’ para el ballet andaluz, fueron un gran éxito. Así lo dijo la crítica. También ‘Entreverao’, para el Ballet Nacional de España. La verdad es que estoy muy contento con mis coreografías; tienen mi sello y son mías. Eso es muy importante para un artista.

¿Qué tienen su farruca y sus alegrías que todos coinciden en señalar como sus bailes bandera?
Yo te digo lo que dice la gente: los flamencólogos, críticos y artistas las han considerado joyas de la danza flamenca. Mi criterio es que tienen una personalidad que es la mía y expresan todo lo que yo soy y siento.

¿En qué tipo de escenario se siente más cómodo: un teatro, un festival, un tablao flamenco…? ¿Por qué?
Sin duda, en un teatro. Más que nada soy un bailaor al que le gusta andar y moverme por el escenario, pero no hay que quitarle merito a los tablaos, porque mantienes mucha comunicación con el público.

¿Hay algún palo bailable del flamenco que no haya bailado en sus espectáculos?
No, la verdad que no.

 

“Los flamencos no nos jubilamos; mis proyectos de futuro son seguir formando figuras del baile”


¿Y alguno del que nunca haya prescindido (aparte de la farruca y las alegrías)?
Seguiriyas y soleá siempre están presentes en mis espectáculos, o bien bailados por mí o por mi compañía.

Cantaores, hoy reconocidos, como Guadiana o El Cigala le acompañaron en el pasado cuando aún eran jóvenes promesas. Tenía buen ojo, ¿no?
La verdad es que me gusta el buen cante, para poder tener un buen baile. Personajes como el Tío Moro, Rafael Fajardo, Ramón ‘El Portugués’, Guadiana y Diego ‘El Cigala’.

Farruquito tiene previsto impartir próximamente un cursillo en su escuela. ¿Qué opina del panorama actual del baile flamenco?
A ver, a mi me encanta la juventud. Y ellos son lo que viene, pero me encantaría que antes de mirar para delante, echen un vistazo atrás.

Cuando a uno le conceden galardones como el Premio Nacional de Danza o la Medalla de Oro al Mérito de la Ciudad de Granada, esto es, le reconocen a nivel nacional, pero también en su tierra, ¿cómo se digiere esto?
Con mucho orgullo y alegría. Es un reconocimiento a tu trabajo.

 “Me encanta la juventud, pero me gustaría que antes de mirar para delante, echen un vistazo atrás”


Este año alcanza la edad de la jubilación (aunque el Gobierno actual estudia ampliarla a los 67), pero veo que sigue dando clases en su escuela… ¿Tiene previsto jubilarse algún día? ¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
(Risas) ¡Qué va! Los flamencos no nos jubilamos. Mis proyectos de futuro son seguir formando figuras del baile, como lo he hecho hasta ahora, para que el flamenco siempre esté presente y el maestro Manolete, también.

miércoles, 7 de julio de 2010

Entrevista a El Cabrero


José Domínguez Muñoz (Aznalcóllar, Sevilla, 1944), El Cabrero para el flamenco, es uno de los más singulares y controvertidos cantaores que ha dado el cante jondo. Pese a su rotundo éxito de público –sigue llenando dondequiera que va-, no ha prescindido de sus cabras, a las que considera su refugio. Ni siquiera cuando se embarcó en la gira norteamericana de Peter Gabriel, allá por 1993. Considerado un firme defensor de los palos tradicionales del flamenco, ha grabado, empero, dos discos de tango argentino (‘Sin remache’ y ‘Por los caminos del viento’) y colaborado en discos de grupos de rock (Reincidentes y Marea). Descolla en los palos más duros: seguiriya, solea y toná, no en vano obtuvo en su día dos premios nacionales (por soleá y por malagueña) en el Concurso de Arte Flamenco de Córdoba, si bien es muy conocido y reconocido por sus fandangos. Tras casi cuarenta años de trayectoria, en los que se ha mantenido fiel a sí mismo y a sus convicciones, volverá al estudio de grabación, tras su gira de verano, para registrar el que será su nuevo disco, ‘Pastor de nubes’.

¿Cómo ha podido compaginar durante todos estos años el cuidado de sus cabras con su actividad como cantaor, máxime en periodos en los que ha ofrecido infinidad de actuaciones, algunas de ellas en el extranjero?
Cuando más tiempo estuve apartado del cuidado de las cabras fue durante la gira con Peter Gabriel, que fue un mes seguido. Pero, como casi todo el año canto por aquí, no es complicado compaginar las dos cosas.

¿Le han (o se ha) planteado grabar un disco con las letras de otro cabrero genial como fue Miguel Hernández, al que ya le dedicó una toná?
Sí que lo quiero hacer, cuando llegue el momento.

¿Por qué decidió crear su propio sello discográfico, Atípicos y Utópicos? ¿Le habían dado la espalda las discográficas o le habían puesto condiciones inasumibles para grabar? Hace poco le oí decir a un guitarrista flamenco que, para grabar un disco, a un cantaor le exigían que incluyera muchos palos festeros y coros.
Yo no soy muy amigo de grabar a menudo, me gusta más llevar los cantes al directo, y con las discográficas uno tiene que cumplir plazos y sacar discos cuando lo mande el contrato. Teniendo nuestro propio sello, tanto yo como mi hijo Zapata grabamos cuando queremos y lo que queremos.

“Que estoy marginado, o censurado, está a la vista y no es que me queje, denuncio, que no es lo mismo”


Pese a no aparecer en televisión ni contar sus discos con un respaldo publicitario potente, suele atraer mucho público a los festivales en los que participa. Eso sí, se queja (no sin razón) de que no le incluyan, por ejemplo, en la programación de la Bienal de Sevilla ni en la del sevillano Teatro Maestranza. ¿Se considera marginado en ese sentido?
Que estoy marginado, o censurado, está a la vista y no es que me queje, denuncio, que no es lo mismo. No sólo en la Bienal, en muchas otras programaciones que se hacen con el dinero público, y otras cosas como, por ejemplo, la enciclopedia de artistas flamencos en la que sólo falto yo; será que no existo o ellos no quieren que exista.


Precisamente, el flamencólogo José Luis Ortiz Nuevo -fundador de la Bienal de Sevilla, la cual dirigió durante varios años- comentó, en una entrevista en Sevilla Cultural, que El Cabrero utiliza su cante más como bandera de enganche que como verdadera reivindicación. ¿Cómo encaja críticas de este calibre?
Yo reivindico lo que me parece hasta fuera del escenario; quiero decir que, en mi vida como ciudadano normal y corriente, reivindico cosas y hasta he ido a la cárcel por eso. Pero, ¿tú crees que a mí, con cuarenta años de trayectoria en el cante, me puede importar algo lo que diga este hombre? Lo que sí es cierto es que sigo aquí a pesar de él y de algún otro de la misma catadura.
 

Tengo entendido que su afición por el cante jondo le viene de escuchar, en su más tierna infancia, a su madre, muy aficionada al cante de Manolo Caracol. ¿Cuando canta ‘Carcelero, carcelero’ en sus conciertos es un homenaje a ella, al margen de al genial cantaor?
Yo le hago un homenaje a Caracol, por admiración, porque era un cantaor excepcional, como lo fue Mairena y otros… Pero, cuando canto, me expreso como soy yo y como lo siento.

¿Qué otros cantaores le han influido en su carrera?
Hay muchos, según las épocas y la andadura, pero Juan Talega, Fernanda (de Utrera), Mairena, Caracol, Fosforito, Chocolate… ¡Hay tantos! A mí me ha influido todo el cante grande que he escuchado; unos más que otros y en diferentes estilos. Bien que he escarbado para defenderme en esta maravillosa y difícil música que es el cante jondo.

Si yo le digo Paco Toronjo… ¿qué me dice usted?
Otro fenómeno, en su género. Un maestro del poniente andaluz. Engrandeció el fandango de su tierra y nos invitó a cantar bien por ahí. Por otro lado, Paco fue uno de los compañeros con quien más amistad he tenido durante mi carrera. Conociéndonos bien el uno al otro. Y teníamos algo en común: el regusto del fandango, que es hablar poco y decir mucho, las verdades de la vida. (Risas)

¿A quiénes admira del panorama flamenco actual?
Admiro a los que cantan bien, por derecho, sin aditivos, y me gustan más las voces gordas, naturales. Pero sé que hay artistas con voz fina que cantan muy bien. Yo no he escuchado en directo ni a la mitad de los jóvenes, por eso no te doy nombre de ninguno.

Pese a ser considerado un adalid del cante flamenco tradicional, ha grabado dos discos de tango argentino (‘Sin remache’ y ‘Por los caminos del viento’). ¿Qué le cautivó de este estilo musical en su adolescencia cuando viajaba ex profeso desde su pueblo natal a la estación de autobuses de Sevilla para escucharlo en una gramola?
Me cautivaron tanto la ternura como la bravura de sus historias y, sobre todo, para darle a cada tango su grandeza, la voz de Carlos Gardel. Ese fue el que me llevó al tango, desde bien pequeñito. Hoy, tengo toda su discografía, unos novecientos tangos, y cuanto más lo escucho, mejor canta.

Además, y pese a su perfil purista (entendido como un respeto profundo por los palos tradicionales), ha colaborado en discos de grupos de rock, como Marea y Reincidentes. ¿Cómo surgieron estas colaboraciones?
Ellos me pidieron que colaborara y lo hice, en flamenco y con mucho gusto. Con Reincidentes, fue en directo, en Marinaleda, y con Kutxi, grabé en el estudio que tenemos en casa.


“Quiero hacer un disco con letras de Miguel Hernández cuando llegue el momento”


¿Cómo surgió la gira con Peter Gabriel por EE UU en el 93? ¿Qué recuerdos guarda de aquello?
Peter Gabriel vio una película (‘El Cabrero: el cante de la sierra’) que hizo la televisión francesa sobre mí. Le gustó y acarreó conmigo y con mi ‘comparito’ Paco del Gastor. Hicimos casi un mes y recorrimos media Norteamérica más un concierto en Inglaterra. Recuerdo, sobre todo, el paisaje, todo a lo grande: los tamujos, como aquí cualquier chaparra de doscientos años; los árboles más altos que haya visto en mi vida; el cañón del colorado, por lo más estrecho, lo más impresionante que he visto en cortadura y desolación… Esas cosas recuerdo. Y en los conciertos, explanadas de público.

¿Dónde se siente más a gusto, cuando actúa en festivales, o en recintos pequeños, como una peña, donde la cercanía del público es mayor?
Mi disposición es la misma en los sitios grandes o pequeños. Lo importante es estar a la altura de este arte que defendemos, y eso no entiende de recintos.

¿Cuál es su palo preferido del flamenco?
Si tuviera que quedarme con un solo cante, sería por seguiriya, con tres: seguiriya, soleá y fandangos. Pero, si en ese momento me embisten otros, me defiendo con ellos. Quiero decirte que me gustan mucho, enormemente, todos los cantes, incluso esos que no hago y escucho en otras voces.

¿Por qué la seguiriya?
Me gusta la seguiriya porque es como un árbol muy difícil de escalar y del que es peligroso resbalar, porque tiene una música punzante, muy desgarradora, de ayes, y de fatigas… Es un cante grandioso entre los demás. Y va con mi temperamento y con mi voz. Por todo eso me gusta.

¿Puede avanzarnos algo sobre el contenido de ese nuevo disco de flamenco, ‘Pastor de nubes’, que tiene previsto grabar tras su gira de verano?
Voy a intentar hacer un disco serio, profundizando en cantes que ya he hecho y añadiendo algún estilo que no he grabado antes. La guitarra va a ser la de Rafael Rodríguez, que es quien me acompaña desde hace tres años y estamos los dos muy empeñados en el contenido.


Fuente: http://www.revistalaflamenca.com/